miércoles, 18 de septiembre de 2013

Murr

Mi Fursona
Es cierto que con 12 o 13 años tuve un sueño erótico furry. Estaba en El Corte Inglés, en la sección de juguetes en Navidad, y a esa edad, todavía pensando en juguetes... pensaba en otra cosa más, un nuevo juego para adultos, que no se podía pedir a los Reyes Magos. Un peluche me habló, era Mufasa, el rey león, de hecho. Y dejó de ser un peluche blando para pasar a ser musculoso y decidido, me habló y era como si me hipnotizara porque no me podía mover, se puso encima de mí... y eso es todo. Cómo después lo interpreté como erótico es el quid de la cuestión.

Pero aquello pasó y se quedó allí. Recordaba de vez en cuando lo seducido que me sentí por el león en el sueño, pero jamás se me había ocurrido considerarlo como un fetiche, sólo un sueño raro.

Cuando la rata furry lectora del blog me habló del fetiche, e investigué, conocí a uno... que no podía ser mejor para ayudarme en mi aventura furry, la verdad es que el chico era una bestia de por sí, de esos que se pasan horas haciendo pesas. Él quería ser un toro, y tampoco se sentía furry, pero en su fantasía mental cuando follaba era un toro, negro y tal. Emmm, a mi me parece una idea bastante furry, porque a mi me gusta ser peludo y salvaje, pero... nunca me había querido sentir un animal en concreto. Sin embargo fantasear con el toro que yo era un león pasivo... "mmmm", o mejor dicho "murrr", que es el sonido sexual de los furries, además de ser mi apellido casualmente (será el destino?).


El toro a pesar de ser un chico responsable, trabajador e independiente... tiene cierto aire infantiloide cuando habla de sus gustos, lo mismo que yo y muchos chicos de mi generación. Seguimos jugando casi exactamente igual que en la adolescencia y yendo a convenciones de videojuegos y de cómics a comprar muñecos y hentai. Sospecho que si el toro no viviera en el norte, ya hubiéramos tenido alguna cita real que otra y estaríamos a punto de casarnos, pero bueno... Al menos me ayuda a sentir el furrismo, pero no a entenderlo, porque no conoce nada del mundillo y odia las etiquetas.

Un buen sitio para entender este raro fetiche, sexual o no, sería una quedada, que en mi imaginación he creado de cabo a rabo y con pelos y señales, aunque basada en hechos reales. Aunque no os creáis que los hechos reales son tan espeluznantes como estáis pensando, ni siquiera creo que sean tan divertidos, por lo que he descubierto, casi nadie va vestido de furry, y creo que el fetiche sexual en esas quedadas está limitado a... cero! 

Entiendo y veo bien que esas quedadas sean light, es más... a pesar de que para mí sería más un fetiche que un estilo de vida o de ocio en sí, no me imagino una orgía peluchil en una casa rural, sería tremebundo (interpreta esa palabra como puedas). Pero, tengo que admitir que una quedada furry sexy es lo que muchos esperan, y por muy razonable que haya sido antes respecto a una orgía peluchil, si voy a una de esas quedadas sería con la esperanza de que entre tanta niñatada y pasatiempos de campamento, haya un elevado porcentaje de animalitos cachondos tratando de intimar como en cualquier campamento. Tampoco me sentiría muy cómodo con gente vestida de mascota, y tampoco si todos van con una sosa camiseta y vaqueros... ¿Es que la gente no ha oído hablar del diseñador Jeremy Scott? Tampoco digo que todo sea sexo y morbo, pero entre excursiones, juegos en grupo y deporte se podría propiciar la aparición del amor entre especies, digo yo... (ha sonado a zoofilia, jaja)
Me parece a mí que soy de esos que mancilla el buen nombre del mundo furry con mis complejos sexuales, intento ser sincero. Pero siguendo en mi línea y defendiendo mi teoría sobre el fetichismo del furrismo, creo que con la mente abierta uno se da cuenta de que aunque es freaky, no es tanto, y que lo más probable es que no tenga que ver con zoofilia, ni un desorden mental que necesite tratamiento. Yo creo que tiene que ver más con el erotismo del despertar sexual, en el que se mezclan como en mi sueño, las cosas de nuestra infancia y nuestros instintos sexuales, que quizás es la parte más salvaje y más animal de nuestra personalidad.

O quizás todo sea mucho más simple, y sólo nos guste el yiff (porno furry) porque es original y gracioso, el cybersexo y las charlas no son lo de siempre, y las quedadas sean sólo una excusa para huir del mundo adulto, hacer las cosas de otro modo y justificar la ropa de Jeremy Scott que pensabas que jamás te podrías poner y lucir con orgullo.




3 comentarios:

Prenderfast dijo...

Muchos hay que son crios que ansían que les mime su peluche, sí, pero también hay bestias que desean tener su harén de hembras fértiles, o en su defecto, de jóvenes machitos que muevan ante su alfa la colita. Tanto da.

Hay muchos tipos de kedada: Las kedadas públicas, cuyas fotos se cuelgan en webs, son para sociabilizar, conocerse, echar unas risas e intercambiar información. Hay quedadas íntimas, en casa, o en un camping alejado, sin otros muggles que molesten, donde no sólo la minoría de fursuiters lucen sus segundas pieles, sino donde la mayoría da rienda suelta a sus instintos y pasiones, sus deseos de dominación y de gemir, maullar y aullar de placer.

Sufur dijo...

¡No hay nada patológico ni escandaloso en todo lo que sea una fantasía que no haga daño a nadie! Por probar...

El Leñador dijo...

Yo fui un minotauro durante varios años en el mundo virtual... así que si quieres mitad toro y mitad hombre, espero que podamos quedar pronto...

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