Aún quedan resquicios de catolicismo en Julito, lo he descubierto cuando me ha preguntado por la JMJ de este verano en Madrid. Si se habla de religión y concretamente de la que ha influido en mi vida siempre saco el tema de lo poco permisiva que es o en todo caso de la cantidad de malentendidos que genera su forma de tratar las libertades individuales y privadas, y Julito piensa como yo pero siente aún fervor religioso y, aunque lleva una vida de hereje al igual que yo, no se atreve a criticar demasiado a la Iglesia ni al Papa como yo lo hago.
Si aquel montón de ideas y normas aún me dan vueltas en la cabeza a mí que reniego de la religión y me siento a gusto al poner malas caras a muchos sermones y predicaciones, quejándome cuando se refieren a mí, me pregunto en qué pensará Julito si se declara católico y no es capaz de abrir la boca para hablar en contra aunque la abra para obrar en contra...
No me estoy metiendo con él, sólo reflexiono sobre ello porque me ha sorprendido y creo que el episodio dramático que vivimos hace unos días originado por una conversación sobre el colegio fue claramente causado por la contradicción a la que somete la religión a quienes se la toman en serio, al igual que a mí me tiene zarandeado y un tanto frustrado santificar la publicidad de vaqueros y pretender seguir los mandamientos de Abercrombie & Fitch. Las religiones son muy inspiradoras pero pueden destruirte como elijas mal.
El episodio dramático al que me he referido empezó cuando él alabó la JMJ y yo le pregunté cómo podía defender y seguir a una Iglesia que provocó que en nuestro colegio los adultos, los curas, profesores, padres, los textos y Dios hicieron que nuestros compañeros se giraran hacía nosotros en cuanto se dieron cuenta de que éramos diferentes y, especiales o no, dignos de arder...
Él se acordó de todo aquello y lloroso me enumeró todo lo que se acordaba que le hicieron. Yo recuerdo algunas cosas que me decían... como "mariquita", "nenaza", "princesa Lea", "rubita", "se ha colado una niña en el colegio", y cosas de esas...
Nos obligaron a enfrentar un problema demasiado grande para unos niños, era verdad que yo era algo mariquita, pero quizás lo de Julito fue menos llevadero porque al contrario que yo que sólo me ofendía por los ataques a mi feminidad, creo que él ya intuía que había un trasfondo mucho más "pecaminoso" referido a la sodomía y una estilo de vida horrible.
Descubrí preocupado el otro día que mi amigo tiene un grave problema de autoestima con el tema originado por el bulling en el colegio. Sin embargo ambos deberíamos estar agradecidos, aunque sea sólo por comparación con otros casos, ya que nadie nos puso la mano encima, ni fue algo diario, ni universal y ni siquiera sufrimos un día entero de marginación, nos teníamos el uno al otro y la mayoría de los chicos nos apoyaban, de hecho gozamos de cierta popularidad durante todos los cursos.
El problema que veo yo... es la actitud distinta con la que tomamos los dos el asunto y el cómo nos alejamos por aquel entonces del estrés del "acoso escolar", mi madre estaba enamorada de mi y de mis hermanos y gracias a mi padre vivíamos en un nido de algodones dónde todo se curaba enseguida, pero Julito tenía nada menos que 8 hermanos con lo que nadie podría criticar a su madre si no tenía tiempo para darles lecciones de amor propio a todos y a cada uno por su problema particular y además tenían un cuadro de Franco en el salón...
Les deseo lo peor a los matones de mi clase, sin embargo me siento obligado a agradecer muchas cosas a otros muchos que al menos nos permitieron llevar una vida agradable dentro de lo malo. Pero el bulling en cualquier nivel no es algo frívolo desde las risitas por los contoneos de cadera de un compañero de clase al martirio diario y las agresiones físicas, son los verdaderos actos condenables, porque están hechos con odio, pero bueno ya se las verás ante Dios y se llevarán una sorpresa bien gorda.
Yo vine a Los Angeles a vivir con Julito porque le considero un chico con muchísima clase, muy cosmopolita, un it-boy en toda regla y durante estas dos semanas que hemos estado juntos le he tomado como un profeta de la dolce vita por el aura que le rodea, su casa, su medio marido, su estilo, su pose, su círculo y todo por lo que puede presumir al vestir... Y por supuesto y principalmente porque es una de las mejores personas que conozco tanto moral como intelectualmente.
Su trauma arrastrado o sus lloros no me han hecho cambiar mi opinión ni un ápice sobre él, pero quizás yo le pueda trasmitir algo de mi filosofía de vida y mi gusto por romper tabúes y superar bloqueos a base de patadas, cabezazos o pollazos, según proceda.
2 comentarios:
Está claro que lo que vivimos de niños no persigue toda la vida. Parece que Julito ha sabido torearlo y llegar a tener un nivelazo de vida, pero hay cosas que no se olvidan. Y en cierto modo, es algo bueno. Nos ayuda a tirar para adelante, a sacar fuerzas de la flaqueza. Pero también nos puede hundir.
La religión ha sido un protocolo para las personas que no sabían qué sentir o cómo educar, o cómo pensar. Y ahora eso está obsoleto. Tenemos muchas filosofías de vida, muchos protocolos al alcance de la mano, todos ellos tan válidos como la religión. El problema es que las cadenas que apresaron la conciencia social siguen pesando, y cuando tenemos realmente miedo de algo estamos enseñados a acudir a Dios.
Debes ayudar a Julito a conocer la fuerza del ser humano, y que somos nosotros mismos quienes controlamos nuestra vida, a pesar de que queramos delegar responsabilidades, miedos y poderes al altísimo.
Mi primer comentario, Leo, es para apoyarse en idea de queos dos podéis sácate algo bueno de esta convivencia. De hecho, quizás más él que tú, a no ser que abandones un poco el punto de vista de la pose, el estilo de vida... y te centres en algo menos material. Él, en cambio, se puede llevar buenas ideas de como superar complejos y tabúes impuestos. Pero tendrá que dar los pasos él solito, sin que sea nada forzado. Necesitará tiempo para hacerse a la idea, hablarlo con su pareja...
Un saludo,
costa
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