miércoles, 24 de abril de 2013

El esfuerzo inútil


He corrido tan deprisa, sin mirar hacía dónde, huyendo de una mala sensación, que no me había dado cuenta de que lo que me hacía sentir mal era la correa que llevaba en el cuello. Dos semanas después de abandonar el siniestro castillo de Pedigree, he tomado consciencia de que en aquel mes que pasamos juntos se me ha ido colocando un collar.

Quizás los clichés estéticos me confundieron porque yo permanecía de pie y él a cuatro patas, también pensé que a pesar de que Pedigree tirara de la correa era yo quien la llevaba por el mango... pero en realidad, me rodeaba el cuello un collar en el que una medalla con forma de hueso citaba "Amo Dominante". Había demasiadas cosas ambiguas y engaños en los que me sumí pensando que era todo un juego en el que los guiones y los disfraces bastaban. 

Las semanas pasaban, los disfraces no aguantaron el roce de la vida cotidiana, la luz descubrió que todo era raso, polipiel y cartulina. Dejando al descubierto los cuerpos desnudos de un oscuro depravado incapaz de volver atrás, y a un niñato crónico incapaz de dar un paso hacía delante en la oscuridad. Nos enredábamos los dos con la misma correa de la que conseguí arrancar mi collar y retroceder hasta mi habitación, dónde ahora contemplo fascinado el collar que me adorna pero esa fascinación me horroriza y enloquece.

Me siento liberado, aunque no realmente libre. Cuando corría las escasas calles que separan mi habitat y el terrible bosque donde se eleva el castillo maldito de Pedigree recorrí una gran distancia, hasta una actitud muy parecida a cuando aún ni conocía el sexo y soñaba cómo sería el hombre de mi vida, cuánto tendría que agradecer a aquel que supiera mantener mis labios en los gestos de felicidad y placer. Y ese perro que logró confundirme con sus promesas y valiéndose de mi curiosidad, tomó, no sé el porqué, su forma ancestral de lobo y eso me abrió los ojos y me cerró el corazón... por eso quizás el lobo trató de estirar su zarpa y abrirlo por las malas al darse cuenta, pero huí y ahora me siento traicionado y desilusionado con ese trato.

Asustado y repelido por la oscuridad en la que he tratado de buscar un lugar dónde investigar nuevos caminos hacía algo exótico por lo que pensé que merecería la pena luchar, aunque quizás lo que encontré fue una lección:
"El esfuerzo inútil conduce a la melancolía

Y por eso ahora, en un estado de melancolía, lo que me da miedo es no encontrar un hombre luminoso, que me inspire y me enseñé quien voy a ser a partir de ahora. Con el que olvidar que tuve ganas de perderme en el bosque oscuro y con el que el esfuerzo, sea cual sea, tenga un premio y mantenga mis labios en la posición fotogénica y a poder ser bajo la luz del Sol.


miércoles, 17 de abril de 2013

Cuidado con el perro


- Creo que no eres la clase de esclavo que dices ser - le dije honestamente a Pedigree. 
- Y tú no eres el amo que quieres ser - me contestó.
- Quizás lo que no sea, es el amo que tú quieres que sea y punto - repliqué.
- Necesito un amo de verdad, que me anule.

Y dale... qué pesado con lo de la anulación de la voluntad. Aquella conversación fue una de las últimas que tuve con Pedigree de una forma lúcida. Aunque hubo algunas más después, pero ya un tanto desquiciadas.

Pedigree fue dándome poco a poco el control de su vida, aunque todo fue simbólico. Tenía las llaves de su casa, las contraseñas de todo, su ropa de marca, su bici y sus tarjetas de crédito. Parece suficiente, pero todo eso no eran más que juguetes que a pesar de su simbología no significaban nada por sí solos. Eran el acceso a algo, pero por mucho que atravesara la puerta con "mis llaves"... esa jamás sería mi casa si no me apoderaba de algo más que del metal.

La depravación de Pedigree no tiene límites, eso era verdad. Y como si él fuera una narradora de Saló... iba corrompiendo con sus charlas mis tabúes, y algunos, momentáneamente y en ese preciso lugar, desaparecieron dando lugar a nuevas posibilidades y fantasías que esperaban aletargadas un pequeño rayo de luz para darse a conocer. Pero esa condición de novato e ingenuo me alejaba mucho de poder, al menos a corto plazo, satisfacer las espectativas de Pedigree. 

Quise creer, desoyendo mi instinto, que Pedigree era una persona muy fetichista, pero mentalmente equilibrado. Pero hablaba de morbos demasiado extremos, y aunque no me sentí nunca realmente amenazado, Pedigree era una criatura oscura y siniestra, y el pedigrí que aparentaba era sólo porque estaba limpio y peinado, todo era una máscara para tapar lo que había debajo. Muchas veces he apartado la mirada para no ver al hombre bajo la máscara, no quería asustarme, pero allí había un loco.

Cuando Pedigree olió mi miedo, se enfureció, quizás porque toda su vida quiso ser un adolescente del que abusan, y lo fue... desde niño, y de unas formas grotescas aunque fatalmente morbosas, o al menos eso cuenta él. Y ahí está la razón que he encontrado a su furia... que yo ahora no estoy frente aquella persona sino frente a los resultados de aquellos abusos y los de toda una vida degenerando los recuerdos y el sexo. 

El reflejo en mi mirada asustada, o el simple hecho de que me asustase, no le gustó ni un pelo a Pedigree, porque a pesar de querer ser humillado, anulado y deshumanizado... supongo que no acepta que en el fondo y a pesar de sus éxitos, los símbolos de los que se ha rodeado y sus máscaras, otros ya se encargaron hace mucho de hacerle sentir como una mierda. 

Agita todo eso y obtendrás lo mismo que yo. Una persona revelándose con todas sus fuerzas contra aquellos verdaderos abusadores, y sin poder diferenciar la realidad de la simbología. Y en este caso yo era el símbolo del abusador, da igual que yo hubiera sido suave y blando, él ya no sabía distinguir. Si yo me asusté al ver su verdadera cara, él se reveló al ver mi máscara de "dominante" y os aseguro que los ladridos que me lanzó aún me perturban, si quiso morderme o no... supongo que el dicho "perro ladrador, poco mordedor" lo responde, estoy seguro, pero... a mí me hizo pegar un brinco y protegerme la cara.

Solté las llaves, las tarjetas de crédito y todos los regalos, quería salir de allí inmaculado, sin ningún recuerdo, ni motivos para volver.

Los perros grandes me dan miedo. Llamadme nenaza, pero ufff, lo he pasado mal!


viernes, 12 de abril de 2013

El perro con Pedigree (4): Diferencias de opinión


Desde el primer día tuve la esperanza de poder someter a Pedigree e ir ganándome aquello que me ofrecía: control absoluto de su vida, su alma, su cuerpo y hasta su casa. El plan era que su voluntad fuera la mía.

Pero no dejaba de pensar una cosa, él era un hombre maduro, culto, podría decirse que triunfador en algunos aspectos, y sin embargo parecía rendido ante la vida... o quizás fuera todo un paripé... no lo sé. Pero aquel hombre quería dejar todo lo que le hacía ser tal hombre y quería ser un animal o en su defecto mi prisionero, y quería serlo para siempre y hasta el fondo, no sólo algunas tardes a la semana.

Tengo que reconocer que jamás me sentí capaz de ser dueño absoluto de alguien. Y menos de alguien que me lo ponía tan difícil como "aparentemente" me lo ponía Pedigree, que me vacilaba, ponía a prueba mi capacidad, se burlaba de mí... pero entre todo eso... aunque me sacaba de quicio y más de una vez me ha cabreado con su "humor", me tentaba con una vida llena de morbo y comodidades. Aunque mi morbo está a un nivel ínfimo en comparación con su depravación (cómo él mismo decía). 

Era curioso, pero allí en su casa, hubo más filosofía que sexo, porque creo que aunque él quería acción y decisión... ambos sabíamos que el plan sólo podría llevarse a cabo desde una filosofía común que al menos ambos entendiéramos. Contábamos con una ventaja... ambos somos libres, y yo, quizás por joven, muy receptivo a cualquier idea, pero esa cualidad juvenil ponía de los nervios a Pedigree, porque me consideraba un novato sin actitud.

Así que a pesar de ser yo supuestamente el amo, me sentía en aquella casa como un adolescente secuestrado en Saló, sólo que en vez de pervertirme para ser sumiso, estaba siendo poco a poco pervertido para someter y desear hacerlo casi diabólicamente, con tanta filosofía sádica...

Pedigree cree que estamos rodeados de amos falsos que sirven a esclavos falsos. Cuando lo dijo intuí que se refería a mí, que no me cuesta reconocer que desde que conozco a Pedigree he invertido tiempo y esfuerzo en tratar de anularle como él quería, pero no, él no se refería a mí.

- Quizás jamás seas un amo verdadero, pero no eres un amo falso - me dijo el perro. 
- ¿Lo dices porque no tengo ni idea de cómo anular a alguien? - le contesté. 
- No serás nunca un amo falso porque eres demasiado egocéntrico y estás demasiado malcriado, que es una buena base para ser un buen amo. Pero no eres un amo verdadero por ser demasiado educado, cariñoso y demasiado respetuoso, empatizas con tu perro y eres demasiado blando. Cuando quieres algo, hay algo en tu forma de pedirlo que hace difícil negártelo, pero lo pides... cuando deberías exigirlo - soltó. 
- Cuestión de matices...  
- Pues esa cuestión hace que me sienta como una mascota, o como un calzonazos, pero no como una mierda sin voluntad. 
-¿Qué más da que tengas voluntad mientras la uses para complacerme? - dije creyéndome muy listo. 
- No puedo seguir teniendo voluntad, Leo, quiero que me uses de váter y caer en un estado en el que no recuerde lo que es ser una persona. Quiero perder la consciencia de todo y para eso necesito que abusen de mí de una forma brutal. 
- ¿Instrucciones otra vez? - dije fingiendo que no estaba alucinando.

Pedigree tenía su guión, o su idea de lo que quería... pero yo no podía dejar de pensar en una idea... "No es el amo el que se adapta al perro, y aunque el perro tenga derecho a decidir que no encaja con un amo y salir corriendo, si alguien debe adaptarse... es el perro al amo". Vamos creo yo, y Pedigree es demasiado complejo para mí. Y su morbo va por unos lares demasiado "oscuros" que a mí me asustan.


miércoles, 3 de abril de 2013

Saló, o 120 días de sodoma


Pedigree me aconsejó ver una película que pudiera aclararme su gusto por la pérdida de la voluntad. La película se llama "Saló, o los 120 días de Sodoma". De la que yo había oído hablar como una película de culto tanto para cinéfilos como amantes del sado y el fetichismo.

No me esperaba ni por asomo lo que iba a ver, quizás una peli sobre una especie de secta como la de Eyed Wide Shut, en la que todos hacen las guarradas que quieren protegidos por las paredes de un palacio... Qué ingenuo. También había oído que era muy explícita, que hablaba de scat y se veían pollas... ya ves tú... ojalá todo fuera eso.

No voy a desmerecer el hecho de que el director en aquella época fuera valiente de presentar una película tan cruda como cualquiera de nazis, pero a mí me parece una película terrible, por el tema que trata. Es muy, muy, muy dura, yo no la pude ver entera. Me dejó fatal.

Para empezar todo empieza con el rapto de unos adolescentes, chicos y chicas, y continúa con abusos a esos incomprensiblemente sumisos adolescentes. Quienes se benefician de los abusos que cada vez son peores son unos maduros que empiezas queriendo ver como pervertidos pero acabas dándote cuenta de que son perturbados, que enloquecen día a día por los relatos de unas narradoras que cuentan sus vivencias, desde pederastia, scat o .... yo que sé.

Es una película muy difícil de ver, absolutamente todos los morbos se ven bajo un velo de insalubridad mental absoluta. Yo pensaba que iba a ver una peli en la que naturalizaran los morbos, pero no... es todo tan enfermizo...

Y no os voy a decir como acaba, sólo diré que al intuir el final tuve que retirar la cara y decidir al rato apagar la tele sin mirar ni una imagen más. 

Seguro que tiene muchos seguidores, pero mi critica no es que la película sea mala, incluso entiendo que sea una joya del cine, sólo digo que es una película imposible de disfrutar, al menos para mí, y que sobrepasa con creces el género del terror.



martes, 2 de abril de 2013

El perro con pedigree (3): La lucha por el poder


Me había paseado por la plaza del mercado, un esclavo llevaba un cártel en el que dejaba claro que carecía de límites, pero había una letra pequeña, casi imperceptible que decía que para conseguir acceder a ese apreciado bien, uno debía arrancarle la voluntad... ¿cómo? Eso no lo explicaba.

No me asusté porque el esclavo fuera de clase alta y llevara ricos ropajes de Prada, de hecho decidí que era una cualidad perfecta, tampoco me asusté porque fuera más poderoso que yo, porque sin ningún ánimo de ser injusto, me creí merecedor de que todo ese poder fuera puesto en mi mano y todas sus armas a mis pies, y tenerle allí desnudo, inerme y a mi merced, de pie, con el único temor de resultarme insuficiente.

La lucha empezó cuando llegamos a estar uno frente al otro y nadie hacía nada. 

- "¿Por qué no se despoja de sus ropajes y sus armas?" - me pregunto yo
- "¿Por qué no me despoja de mis ropajes y mis armas?"- se preguntará él.
Y así seguimos, es más, he notado que cuando me acerco a desarmar a mi esclavo, él acerca su mano a la empuñadura e intuyo la intención de desenvainar. Lo que provoca en mí varios pasos atrás, ¿tendré yo algo que esgrimir en esta lucha? ¿Acaso tengo que demostrar algo?

Mi "esclavo" habla mucho de que sus genes son de "res nulius", y aunque puedo intuir en mi preferencia por los pedestales y las posiciones dominantes que mis genes son más de amo que de esclavo, si nos ponemos a filosofar en los términos en los que lo hace mi esclavo... No creo que sea capaz de anular y manejar un esclavo que aún va armado, me asusta...

No considero que por eso sea más o menos amo, sólo que soy de esos que no sabe domesticar a un esclavo... ¿y si busco un adiestrador que me lo deje en las condiciones que yo quiero?

¡Me he encaprichado de ese perro, parece genuino! 
¿Conseguiré que se adapte al amo que tiene delante y decida entregarme su voluntad sin que yo tenga que empezar a dar tirones arrebatársela a la fuerza?

Seguiré investigando.


lunes, 1 de abril de 2013

El perro con pedigree (2): Sin límites, con exigencias


El perro que tenía ante mí, dejaría su cuerpo y su alma en manos del amo, ¿pero sería yo el chico capaz de sacar la espada de la piedra? Lo que estaba claro es que había una prueba que superar, y si él prometía no tener límites, estaba claro que para que la cosa estuviera igualada el amo no debía tener escrúpulos. Durante días busqué la respuesta.
- ¿Anular tu voluntad totalmente y convertirte en un animal? - pregunté temeroso de estar con un loco e intrigado de verme en una historia tan intensa. 
- Sí, quiero que tengas control absoluto de mi vida, de toda mi vida. Tengo los medios y todo arreglado para ser un animal al servicio de un amo. No quiero tener vida propia, no necesito nada más que perder la consciencia de que fui una persona y dedicarme a ser un animal y que seas tú el dueño que hace lo que le dé la gana, absolutamente todo, puedo vivir encerrado y desnudo de por vida, sin que nadie sepa de mi existencia nunca más, quiero perder la humanidad y que seas tú quien controle todo eso. Recuerda que tengo todos los medios.
- ¿Y tu familia, tus amigos y tus aficiones? - pregunté ojiplático.
- Si tienes cojones, quítame la Blackberry, aíslame de todos y de todo para siempre... si tienes cojones - me retó.
- Otro amo te hubiera dado un buen golpe con un periódico por eso que has dicho, y en otro momento yo mismo me hubiera levantado y me hubiera despedido con el  golpe de la puerta de entrada- contesté con cara de enfadado.
- A otro amo le hubiera dado un par de hostias por hacer que lamiera las suelas de sus zapatillas como has hecho tú sin ningún respeto hace un rato, pero no tengo límites para ti- contestó, aunque no me creí que yo fuera el elegido, no aún...
- Sólo por el hecho de que te sientas capaz de decir frases como  "dar hostias" o "si tienes cojones"... me incomoda - respondí con sinceridad y más enfado.
- Porque eres un mariquita muy malcriado y con mucha educación, lo que te convierte en realidad y a pesar de todo, en un verdadero amo.
- Pues no son cualidades que buscan la mayoría de los esclavos.
- Porque la mayoría de los esclavos son mariquitas malcriados que en realidad están usando a los machos "que van de amos" para su placer propio...
Sigo sin saber si he sido insultado o no... pero lo que tengo claro es que un perro no pone a prueba el volumen ni la existencia de mis huevos, y mucho menos me amenaza con levantarme la mano. 

A pesar de las ofensas... y de mi estado de alerta volví a su casa, necesitaba seguir profundizando hacía aquel extremo en el que el perro quería ponerse.

Perro ladrador... poco mordedor
 Continuará...

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