Polo ha vuelto de Galicia y estaba deseando quedar después de la Semana Santa. Por alguna razón mi instinto me ha animado a acicalarme al extremo de parecer el novio perfecto, es curioso, pero incluso cuando lo hacía sentía como si siguiera las instrucciones de algo superior a mí.
Cuando estaba usando la plancha del pelo, después de tanto tiempo en la que he pasado sin tener la longitud necesaria para usarla, me he preguntado seriamente qué estaba intentando con todo ese antiguo ritual que hacía años que tenía más que olvidado y que tan bien me sentó dejar apartado.
Polo me recuerda a mis novios antes de Le Morbo, entre ellos aquel con el que follé el día anterior a decidir darme de alta en blogger para empezar este blog. Yo con el pelo liso, aunque reconozco que con el flequillo menos espeso, creí ver al Leonardo del 2007 en el espejo. ¿Qué estaba haciendo? Estaba sacando a relucir mi lado casadero, por así decirlo. No era un disfraz, pero tenía un componente siniestro me parece.
Cuando Polo ha salido del trabajo, le esperaba en la esquina, sentado oyendo el iPod como siempre. Se ha sentado a mi lado y hemos hablado un rato sobre el tiempo en Galicia y que el último día pudo navegar por fin después de más de medio año. Estaba contento, relajado y se deshizo en halagos, y en momentos yo me sentí contagiado por su buen rollo, sin embargo de pronto me asaltaba una preocupación.
Cenamos en un restaurante cerca de su casa, como otras veces y subimos a su casa a ver una película, un petardo llamado Monsters y que se supone que iba a ser de miedo. Me gusta dar golpes de efecto y crear situaciones que queden bien escritas en un blog. Sin decir nada me quité toda la ropa y me quedé en calzoncillos al lado de Polo. A mí me encanta que me desnuden y cuanto más despacio me quiten la ropa mejor, pero eso lo hacemos siempre y como digo, quería dar sorprender. Se quedó mirando con una sonrisa de oreja a oreja preguntándose qué quería yo que hiciera él.
- ¿No decías que me ibas a hacer sentir en el cielo si me portaba bien? - le dije.
La tele se quedó puesta y nos fuimos al dormitorio, sólo veía gracias a la luz de la lámpara pequeña del salón y de la tele, me gustaba el ambiente. Desnudé a Polo y tenía la polla tan lista y dura que me acordé de Lobezno por no estarlo nunca. Aproveché esa polla dura y jugué con ella, pero quería hacerle sufrir para que disfrutara más, no me la metía en la boca, sólo la lamía. Polo se iba a volver loco, me forzó a cambiar de postura y se metió mi polla hasta la garganta, no lo hizo por mí, creo que es su forma de pedirme que le haga lo mismo. Pero yo quería que me follara brutalmente, y cuanto más tenso le pusiera más violento se iba a poner llegado el momento.
Me suavicé y le puse encima de mí para besarnos, lo hice muy despacio, mientras con el muslo le acariciaba la polla. Le tocaba la espalda con suavidad, cada vez más despacio, Polo creía que me iba a adormilar... no era verdad, sólo estaba fingiendo.
Me levantó las piernas para comerme el culo, pero no le dejé, quería más besos pero en la boca, Polo estaba tan suave, me gusta el tacto de su vello. Abrió su mesilla y sacó los condones y el lubricante, me di la vuelta y me comió el culo profundamente y despacio, cuando acabó y se puso encima de mí noté que Polo había empezado a sudar. Me la metió poco a poco por detrás mientras me besaba la espalda, me cogió de la cadera y me la elevó, yo intuí que me iba a poner a cuatro patas, una postura que está al final de la lista de mis preferidas. Me puso a cuatro patas y se irguió dejando que el aire por fin enfriara mi espalda.
Me separé de él, me tumbé boca arriba y levanté las piernas, esa postura sí que me gusta. Me gusta ver como suda un hombre encima de mí.
Nos corrimos, nos limpiamos y salimos al salón para comer algo. Yo me puse los calzoncillos y la camiseta, y la verdad es que no me gusta estar desnudo después de follar, pero en parte era porque quería volver a mi imagen de novio.
Polo está dormido, yo no puedo. Mientras "merendábamos" Polo me ha dicho que me quiere y quiere que pase más días en su casa, que puedo llevar ropa, un neceser o lo que yo quiera. Vuelvo a la cama... hoy no voy a deliverar sobre mi dilema. Mañana ya veré.
Cenamos en un restaurante cerca de su casa, como otras veces y subimos a su casa a ver una película, un petardo llamado Monsters y que se supone que iba a ser de miedo. Me gusta dar golpes de efecto y crear situaciones que queden bien escritas en un blog. Sin decir nada me quité toda la ropa y me quedé en calzoncillos al lado de Polo. A mí me encanta que me desnuden y cuanto más despacio me quiten la ropa mejor, pero eso lo hacemos siempre y como digo, quería dar sorprender. Se quedó mirando con una sonrisa de oreja a oreja preguntándose qué quería yo que hiciera él.
- ¿No decías que me ibas a hacer sentir en el cielo si me portaba bien? - le dije.
La tele se quedó puesta y nos fuimos al dormitorio, sólo veía gracias a la luz de la lámpara pequeña del salón y de la tele, me gustaba el ambiente. Desnudé a Polo y tenía la polla tan lista y dura que me acordé de Lobezno por no estarlo nunca. Aproveché esa polla dura y jugué con ella, pero quería hacerle sufrir para que disfrutara más, no me la metía en la boca, sólo la lamía. Polo se iba a volver loco, me forzó a cambiar de postura y se metió mi polla hasta la garganta, no lo hizo por mí, creo que es su forma de pedirme que le haga lo mismo. Pero yo quería que me follara brutalmente, y cuanto más tenso le pusiera más violento se iba a poner llegado el momento.
Me suavicé y le puse encima de mí para besarnos, lo hice muy despacio, mientras con el muslo le acariciaba la polla. Le tocaba la espalda con suavidad, cada vez más despacio, Polo creía que me iba a adormilar... no era verdad, sólo estaba fingiendo.
Me levantó las piernas para comerme el culo, pero no le dejé, quería más besos pero en la boca, Polo estaba tan suave, me gusta el tacto de su vello. Abrió su mesilla y sacó los condones y el lubricante, me di la vuelta y me comió el culo profundamente y despacio, cuando acabó y se puso encima de mí noté que Polo había empezado a sudar. Me la metió poco a poco por detrás mientras me besaba la espalda, me cogió de la cadera y me la elevó, yo intuí que me iba a poner a cuatro patas, una postura que está al final de la lista de mis preferidas. Me puso a cuatro patas y se irguió dejando que el aire por fin enfriara mi espalda.
Me separé de él, me tumbé boca arriba y levanté las piernas, esa postura sí que me gusta. Me gusta ver como suda un hombre encima de mí.
Nos corrimos, nos limpiamos y salimos al salón para comer algo. Yo me puse los calzoncillos y la camiseta, y la verdad es que no me gusta estar desnudo después de follar, pero en parte era porque quería volver a mi imagen de novio.
Polo está dormido, yo no puedo. Mientras "merendábamos" Polo me ha dicho que me quiere y quiere que pase más días en su casa, que puedo llevar ropa, un neceser o lo que yo quiera. Vuelvo a la cama... hoy no voy a deliverar sobre mi dilema. Mañana ya veré.
1 comentario:
¡Y menos mal que no habíais peleado o discutido! ¡Entonces ya te mueres de gusto! Yo tengo comprobado, con mi novio, que las mejores sesiones de sexo las tenemos a renglón seguido de haber tenido una bronca monumental... yo le llamo "el follar de hacer las paces" o si lo prefieres, más poéticamente, así:
Ya sea de lo más trascendente, ¿tienen sexo los ángeles?
o de lo más absurdo, ¿rompe el chocolate el ayuno?
al final siempre terminamos –per se- discutiendo,
y es como si el genio maligno inventado por Descartes
pululara siempre en medio de nuestras conversaciones
y a cada uno le nublara de forma distinta el raciocinio
porque si tu piensas blanco, yo voy a pensar negro,
y en este caso, al ser los dos contendientes del mismo sexo,
no es que las mujeres venusinas y los hombres marcianos
sean incapaces de entenderse, distintos los cerebros,
pero en el fondo lo que sucede es que nos encanta discutir
quizás porque es un topicazo, que lo mejor del pelear
son las reconciliaciones, pues al hincharnos los cojones
de cuanto en ellos cabe: cabreo, adrenalina, semen, mala follá,
aún no se ha inventado mejor sistema para desinflarlos
que un buen revolcón, entre tu y yo, de pacificador sexo
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