Estábamos sentados en el suelo en círculo y el "maestro" se presentó con una vela en la mano, después se la pasó al hombre que había a su izquierda que además de presentarse explicó que buscaba una experiencia diferente, relajarse y aprender. No le hizo falta decirnos qué hacía con un pareo rodeado de hombres semidesnudos, los veinte presentes lo sabíamos y estábamos en las mismas condiciones. En ese punto yo todavía estaba rechazando el ritual y ese ambiente "ceremonial" que me resistía a respirar desde mi primera comunión.
Cuando la vela pasó de mano en mano hasta la mía decidí que un ataque de risa estaba fuera de todo plan, porque ridiculizar el ritual sólo me ridiculizaría a mi mismo, ya que estaba allí... dejarme sorprender e involucrarme era un plan más entretenido y quizá aceptando un poco de "ritual" pudiera llegar a lo que hubiera detrás, no sé, algún secreto, una nueva perspectiva, o un placer que desconocía.
- Me llamo Leo y estoy aquí por pura curiosidad - dije con la vela en las manos.
No presté demasiada atención a las presentaciones de los demás. Pero el tiempo que duró aquella vuelta con la vela, me fue muy útil para asimilar una filosofía menos frívola, pero no tan seria para que perdiera la emoción.
Aún sabiendo dónde correr a por mi ropa y teniendo visualizada la puerta de la calle, mi curiosidad me mantuvo firme en mi convicción de llegar hasta el final, y sabía que no sería difícil dejarse guiar, aunque cada vez que el maestro hacía que el grupo se moviera tenía la sensación de que tendría que enfrentarme al pudor y que de un momento a otro tendría que dejar caer mi taparrabos y suponía que tarde o temprano tendría que enfrentar otra prueba, tocar y ser tocado. Pero no estaba seguro, nadie me había explicado nada, me dejaba guiar medio a ciegas por actos eróticos que no tenía ni idea de cómo acabarían, sólo sabía que al quedarme desnudo, permanecería así durante horas.
Cuatro horas desnudo, sin la compañía adecuada pueden ser matadoras para el morbo. Se experimenta otro tipo de gusto, el naturismo, el nudismo, que fuera de contexto nos parecen sexis pero una vez dentro rápidamente pierdes la sensación de "estar desnudo", sin embargo aquella tarde más que desnudo sentía que "estaba expuesto" a cualquier instrucción del maestro, seguir el ritual se convirtió en un reto y cada paso me hacía preguntarme cuál sería el siguiente, y qué nivel sexual tocaba.
Tras varios cambios de pareja, conectándonos a través de la piel, y literalmente a ciegas, topé con quién debía. Estaba harto de tocar suaves y lisas espaldas, y no todos los hombros y tríceps satisfacían mi gusto por lo duro. Así que a tientas, sin ninguna dificultad, bajando por su torso, su sus inglés, su pubis y en contra absoluta del objetivo del rito agarré algo en camino de ponerse duro, no pareció que aquel chico se sintiera parte de una herejía, y me lo agradeció con un beso en el cuello.
Sólo fue unos segundos, antes de que el maestro me pillara con las manos en la masa, pero suficientes para despertar una conexión que no tuve con miles de caricias castas aquella tarde. Entonces, como si hubiera tocado un interruptor, todo empezó a arder, no volvió a haber contacto genital, al menos no con las manos, pero me sentí orgulloso de haber sido instintivo, porque había funcionado, claro que yo sabía que tocar la polla no era tantra sino trampa, pero... a partir de ahí empecé a percibir algo místico, con trampa o sin ella, supuse que dejar de percibir el resto de la sala era un buen síntoma, aunque mi cuerpo me pedía otra velocidad, más ruido, más amplitud de movimientos y un contacto más profundo.
El resto del "ritual" perdió la emoción cuando nos separamos, ¿por qué estábamos ahora tan lejos? ¿por qué no miraba en mi dirección ni me buscaba? ¿eso era todo?
El final estaba cerca, era prioritario que yo obtuviera lo que que quería con quién quería. ¿Pero para qué ser caprichoso? Para no disfrutar de lo que se tiene al lado...
Me di una oportunidad de no ser tan tonto, y convertí en mi reto personal olvidarme del chico del ejercicio anterior y ser generoso con el hombre que tenía al lado. No podía cumplir más reglas, que si no hablar, que si no tocar, que si no preguntar... No era a posta, es que necesitaba saber que era yo él que estaba erotizando a ese hombre, no sólo mis manos guiadas por el maestro, sino yo en particular. La verdad es que a pesar de llevar todos cuatro horas deslizándonos por la sala desnudos y embadurnados de aceite, no había reparado en aquel hombre, aunque yo esperaba que el estar a mi lado al final tuviera cierta intención por su parte, fue genial acabar con él, me gustó. La verdad es que si el maestro no estuviera tan pelma con que no tocáramos la polla... se la hubiera comido.
La verdad es que al principio temí que el maestro nos guiara en una especie de masaje erótico directo, vamos una paja, a un desconocido, y agradezco que no sucediera, porque eso ya es muy personal. Sin embargo... y aunque quizás más que pajear a otro, es mucho más personal pajearse uno mismo, pues... hubiera sido interesante buscarse puntos erógenos y absolutamente sexuales guiados por el maestro.
No me empalmé en toda la sesión, quizás un poco al final cuando el hombre me masajeaba entre las nalgas... Y aunque era cierto que fui por pura curiosidad, podía haber añadido que buscaba una conexión con mi polla, parece que la he perdido últimamente. En ese taller tántrico esperaba que mi polla también se despertara y se conectara conmigo de nuevo, pero no, parece que mi mente se enfrenta sola al morbo.
3 comentarios:
¿Tantra?
Me parece algo realmente morboso. ¿Lo recomiendas?
Pues sí, Tantra!
Lo recomiendo, porque aunque resulte que no es lo que buscabas... a lo mejor descubres que te lo pasas bien, y si no... pues no vuelves y listo, pero probar cosas siempre está bien. Hubo uno que se fue en mitad de la sesión, no sé si fue porque no le molaba el rollo, pero vamos, si ves que no te va el tema te vas.
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