Mi primer acercamiento al mundo adolescente fue en aquellos días en los que íbamos a casa de mi tía abuela a comer, llegábamos como a las doce para tomar el aperitivo, ver su fantástico jardín, ella y mi madre hablaban y mi tío abuelo y mi padre fumaban y bebían.
Mis hermanos y yo, recurríamos a mis primas tías (o como se diga), que eran veinteañeras y aún mantenían algún juego y cosas interesantes en su habitación. Siempre que llegábamos estaban acostadas, y su madre nos decía que las despertáramos, yo no sabía lo mucho que fastidia que 3 niñatos vayan a darte la mañana con sus chorradas, ahora las admiro por haber tenido tanta paciencia.
Ponían música noventera, como The Corrs, Alanis Morissette, Cramberries, Ana Torroja, U2, Ella baila sola... Yo me sentía muy moderno y muy puesto porque me gustaba el grupo de moda, las Spice girls y la Madonna de Ray of light. Además tenían miles de revistas, de moda y de cine. En la habitación de al lado dormía mi primo tío, un hombretón de 25 años, en una habitación masculinísima llena de maquetas y pósters de coches y chicas en bikini, pero esa me parecía una habitación muy lejana aunque despertaba toda mi curiosidad, la de mis primas era ya como mi segunda habitación, allí mis hermanos y yo nos sentíamos súper cómodos.
Un día mis primas se hicieron demasiado mayores para andar con una niña de 8, un mariquita de 11 y un salido de 13. Cuando llegábamos a su casa o se habían quedado a dormir en Madrid, o se habían ido con sus amigos por ahí. Mis hermanos y yo invadíamos la habitación igualmente, mientras los mayores hacían sus cosas, nosotros tres poníamos discos, leíamos revistas, veíamos Los 40 principales en el Canal+... y fingíamos que creíamos que éramos veinteañeros interesándonos por el Vogue y el Cinemanía.
Mis primas estaban locas por sus revistas y si querías un recorte tenías que suplicar y explicar porque lo necesitabas. Mi hermano empezó a tener una extraña confidencialidad con el chico de la habitación de al lado y de vez en cuando se traía a casa una revista Man, que no ocultaba a nadie y era como su tesoro más preciado... Yo no era tan pequeño, sabía perfectamente de qué trataba la revista y también porque mi hermano se flipaba. Pero ni el Vogue ni la Man podían satisfacer mi floreciente sexualidad, ya me había fijado con 11 años en algún chico de la tele, Los vigilantes de la playa era mi serie preferida de las tardes en verano, pero era todo más erótico que sexual como tal, aunque ya había visto sexo en la tele, no porno... pero Instinto básico.
Un día viendo la Cinemanía mientras oíamos Ella baila sola en la habitación de mis primas, descubrí un reportaje sobre el auge del cine porno, salían dos chicas con tanga, tapándose los pezones "artísticamente" y un chico, Nacho Vidal con una camisa desabrochada y unos vaqueros con la bragueta abierta, me pareció lo más erótico del mundo, esa ansiedad por ese "casi pero no", creo que me entró hiperactividad, mi hermano estaba cerca, mi hermana pequeña estaba calcando unos zapatos del Vogue... Y yo viendo el pubis oscuro de un actor porno famoso que iba a ir a Hollywood, fue genial y súper tenso.
Las fotos que he puesto son de Nacho Vidal, pero en aquella no tenía nada que ver, era un chico jovencito con una mueca como diciendo "soy un actor porno y follo". Sabía que no podía robar esa foto... tampoco podía pedírsela a mis primas, tenía 11 o 12 años, no sólo era confesar que era gay, sino confesar que me interesaba el sexo y ya no era un niño. No tengo el recorte en las manos, pero siempre lo tendré en la cabeza.
Lo he estado buscando toda la tarde en Google, o al menos alguna parecida de Nacho, pero nada...